EL POLVORÍN

El país está convulsionado. Por dónde quiera que se vea se levantan protestas en reclamo de reivindicaciones vulneradas, de derechos conculcados, de promesas incumplidas y de amenazas a las libertades democráticas. Empleados, obreros, campesinos, estudiantes, ciudadanos en general, todos tienen alguna razón para protestar, tal como lo registran a diario las noticias.
Nada que envidiar a los tumultuosos días de los gobiernos anteriores, en los que la protesta popular era el pan nuestro de cada día. Eso sí mucho que enseñar a los anteriores en términos de criminalización de la protesta, de exclusión social y política de la disidencia, así como de estímulo a la división y a la confrontación entre los ciudadanos. De allí lo grave del asunto.
Sin establecer jerarquías con relación a ellas, es importante mencionar que en el occidente del país, en la frontera entre los estados Zulia y Mérida, centenares de campesinos y trabajadores del Central Azucarero Venezuela mantuvieron paralizado el tráfico por más de 24 horas en la carretera nacional, para protestar por la pretendida expropiación e invasión de las tierras que forman parte de esta empresa, que conducirá a dejar en la calle, desempleados, a centenares de trabajadores vinculados con esta Central. Mientras esto ocurre, en el país hay una escasez de azúcar y la mayor parte de lo que consumimos es importado.
En el estado Bolívar, desde hace algunos meses, los trabajadores de las empresas básicas de Guayana libran una férrea lucha en reclamo de reivindicaciones laborales, de respeto a la contratación colectiva y a la organización sindical, cuyos resultados han sido el enjuiciamiento de líderes sindicales, sometidos hoy día a procesos judiciales. Pero, también, el desenmascaramiento del régimen frente a la clase obrera y el impulso a nuevas organizaciones sindicales desmarcadas del gobierno. Mientras tanto, con todo desparpajo, el Ministro encargado de las industrias básicas señala que los costos operativos en éstas son superiores a sus ingresos; ¿quién las quebró?
En la industria petrolera los trabajadores también sostienen una lucha en reclamo de reivindicaciones laborales, de respeto a la contratación colectiva y a la organización sindical. Mientras tanto, el gobierno hace maniobras para impedir la celebración de las elecciones sindicales, se apropia de empresas contratistas para evitar cancelar deudas pendientes con las mismas, acrecentando el desempleo en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, por ejemplo, y fanfarronea de no negociar con “enemigos” del Presidente. No es coincidencia, es parte de una feroz ofensiva gubernamental para quebrantar a las organizaciones sindicales y crear instancias patronales que se dobleguen frente a las dadivas del poder.
La toma de una comisaría policial en Curiepe, por parte de un Estado forajido que desconoce los derechos de los gobernadores y alcaldes de oposición, desató la furia de los pobladores quienes se enfrentaron de manera enérgica a los militares que ejecutaron la acción, hastiados del irrespeto gubernamental a la voluntad popular. Mientras ello ocurre, centenares de venezolanos mueren cada fin de semana por el incremento de los niveles de inseguridad y violencia en el que está sumergido el país, sin que el gobierno desarrolle políticas y acciones eficientes para atenuar este flagelo.
En Falcón también proliferan las protestas. Los despedidos y/o cesanteados de la administración pública ejercen diversas acciones de protesta en reclamo del derecho al trabajo (concentraciones, marchas, huelgas de hambre); los ciudadanos enardecidos, especialmente en Paraguaná, piden soluciones definitivas al caos eléctrico; los serranos protestan por el desastroso estado en que se encuentra la vialidad. Los estudiantes reclaman por el crecimiento de la inseguridad ciudadana y en demanda de justicia a crímenes ocurridos. Mientras, la acción gubernamental no alcanza a dar soluciones efectivas a los crecientes problemas de los falconianos.
El avance del malestar ciudadano es proporcional a las medidas intimidatorias que adelanta el gobierno, es coincidente con el avance acelerado del autoritarismo militar hacia niveles más elevados y, aunque muchos de los protagonistas sigue identificándose con el Presidente, más temprano que tarde terminaran dándose cuenta que sus reclamos no se deben a acciones aisladas de gobernantes locales, sino que forma parte de toda una política nacional cuyo principal responsable es el mismísimo Chávez.
Este rosario de protestas derivados, insisto, de una acción de gobierno nacional, únicamente pueden ser conducidas, exitosamente, con una política nacional que unifique la protesta y le dé direccionalidad, coadyuvando a la conformación de una gran fuerza popular alternativa a esta estafa de gobierno. De allí la estratégica importancia de iniciativas como la Mesa Unitaria Democrática, cuyo papel fundamental es el de presentar una propuesta de país que recoja las aspiraciones de los venezolanos, junto con un plan de luchas que la inserte en la dinámica cotidiana de las demandas ciudadanas, de las manera más amplia y democrática posible, facilitando la inclusión en ella de quienes se sienten burlados por este gobierno. Estamos en un polvorín que en cualquier momento puede estallar. Es tiempo de frenar el atropello, es tiempo de avanzar, es tiempo de unidad.

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