SEMANA ENGUERRILLADA

Esta semana aún sobrevive, a pesar de encontrarse invadida por fuerzas armadas de distinta naturaleza; regulares e irregulares. Claro, ya todos sabemos que no pasará del domingo, sobre todo porque en fin de semana sucumbe víctima de la violencia, sino veamos que les ha pasado a las anteriores, no hay una semana que sobreviva a tanta plomazón y, apenas se asoma el viernes chiquito, ya anda desesperada porque llegue su sucesora.
Seguramente alguien dirá; para qué dedicar unas líneas a esas cosas, que eso es una cortina de humo, es un trapo rojo. Si es verdad, estoy de acuerdo, comparto ese criterio. Pero, me disculpan, no pude contener las ganas de escribir sobre el tema y heme aquí, escribiendo y, aquí entre nos, volteando para todos lados, pues no sé cuál de los tripones que anda por aquí está metido en la guerrilla, ni tampoco si la abuela de los vecinos del frente es una miliciana. Espero terminar el artículo al menos.
El tema ha causado revuelo, y no es para menos, pues la incorporación de un nuevo proyecto a la formación pedagógica de los adolescentes; las güerillas comunicacionales, pone de relieve el empoderamiento ciudadano, ese del que los voceros del régimen suelen enorgullecerse; usted está empoderado en la medida en que se convierta en un perfecto anfibio o segundón de lo que se les ocurra a los líderes hacer, en un perfecto “jalador”. Así que el concepto de empoderamiento, ese surgido de las luchas de las mujeres basado en el manejo y ejercicio de sus deberes y derechos, de forma consciente y autónoma frente al poder, también ha sufrido una mutación en esta “revolución”, por lo no es de extrañar que eso se “confunda” con formar jóvenes leales al proceso en lugar de hombres y mujeres críticos.
Hay muchas aristas para valorar y comentar esta medida. Diversos dirigentes políticos se ha encargado de hacerlas públicas, apuntando, la mayoría de las cuales, a la violación de preceptos constitucionales y de la LOPNA en particular, así como al mensaje que se envía a los medios para que se autocensuren. Pero, es muy probable que hasta los movimientos insurgentes del mundo se pronuncien al respecto, pues el colmo es que ahora sean los propios gobiernos los que monten sus guerrillas… ¡con mí guerrilla no te metas!
Junto con la creación de esta fuerza beligerante, surge otra que pareciera revelar la influencia blanca en el proceso, pues a la luz de la “revolución” han sido llamados a luchar los milicianos, una acción que revela la importancia de la gente de la tercera edad para el proceso; jamás habían sido tomados en cuenta en este país y ahí están, demostrando sus capacidades, luego del entrenamiento recibido, por años, en las colas de mercal y en las tácticas de lucha; de inteligencia, contrainteligencia y recontrainteligencia puestas en práctica para dar con el paradero de conspiradores conocidos con los seudónimos de “aceite”, “azúcar”, “leche”, “margarina” y su jefe el comandante “harina pan”.
La semana, entonces, amenaza con contagiar a su sucesora, pues además del hampa común, y alguna no tan común… ó, quizás más común de lo que uno cree; tripones y chuchumecos se suman a los distintos frentes “armados” de esta convulsionada Venezuela, buscando incrementar los niveles de violencia social y política que, como trasfondo, tiene el propósito de evitar que a cada 13 le llegue su 26.
Así pues, a pesar de las cortinas de humo o los trapos rojos, la tarea principal sigue siendo la unidad para rescatar al país y construir una nueva democracia, en la que adolescentes, adultos y adultos mayores se conviertan en ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos, ejerciéndolos de forma autónoma frente al poder, como corresponde a ciudadanos empoderados.

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